DE ROMANG A LA HISTORIA

Por: Ernesto De Quadros

Un día después del inicio del Mundial de Fútbol de 1958, en la ciudad bonaerense de Luján (Buenos Aires) nació Roberto Marcelino Caballero. A los seis meses de vida se lo llevaron sus tíos a Romang, al norte de Santa Fe, ya que los padres carecían de ingresos suficientes para sustentar a  otros seis hijos. Ese fue el primer gran viaje que realizó cuando comenzó con lo que luego se transformaría en miedo a los micros y a los aviones.

Al toque se metió en la vida y en los corazones de todos. Sus maestras lo recuerdan por ser un chico que no se acobardaba ante las situaciones de posibles peleas, un poco quilombero, contestón, pero muy respetuoso por los valores y las formas. Empezó a competir en la escuelita de fútbol en el Matienzo Fútbol Club. Se desempeñaba de delantero, era 7, diestro y encaraba para adentro. “Muy firuletero, le gustaba mucho René Houseman. Era flaquito, entonces lo cagaban a patadas, pero sonreía y le tiraba un caño de nuevo”, dice entre lágrimas Juan José del Zoppo, arquero del equipo campeón de la categoría 58 de Romang FC.

En su adolescencia, se dejaría el pelo largo e iría a ver a sus bandas favoritas. Entre cervezas que llegaban pasadas al “Almacén de Tito”, le dijo un par de veces a sus amigos que quería hacer una banda de rock, aunque nunca llegó a realizarla. A sus 20 años, un ex-profesor le comunicó que había sido designado para batallar en Malvinas. Con un álbum de figuritas, un mazo de naipes, una almohada, muchas contradicciones desde la política, y sin haberse subido a un barco antes, Roberto Marcelino Caballero partiría hacia el buque ARA Manuel Belgrano sin saber que esa iba a ser la última vez que vería a sus seres queridos.