Por: Lucía Giménez.
Es 26 de mayo de 1982, desde el frío de Malvinas, Horacio Balvidares le escribe a su madre Amanda Coca Calbín, la última carta: “Vieja, como viene la cosa, a mediados de junio estoy de vuelta en casa con la libreta firmada”, rezaba aquel papel que se perdió en una mudanza pero que recuerda de memoria.
Proveniente de una familia muy humilde y criado en el campo, el “Negrito”, como lo llamaban, nació en Mercedes, provincia de Buenos Aires en 1962. Muy compañero, solidario, compinche y de muy buen corazón, así es como lo recuerda su madre. Le gustaba andar a caballo y era el mayor de siete hermanos a los que consideraba sus hijos. Firme sostén de su mamá, a quien le decía siempre que los cuidara, y quien cree haber cumplido esa misión. Se mudaron a Chivilcoy después de un tiempo y desde allí, Amanda lo esperó siempre durante más de 30 años “porque nunca me dijeron que había caído en combate”.
Pedro Adorno fue parte del Regimiento de Infantería Mecanizado 6 del que también fue miembro Balvidares pero se conocían desde antes, por haber hecho el servicio militar juntos en 1981. Adorno lo recuerda y lo tiene presente como un “muy buen compañero, siempre dispuesto y muy buena persona. Éramos muy jodones y siempre nos tocaba hacer las guardias juntos”, reveló.
La noche del 13 de junio en el monte Tumbledown, al este de la isla Soledad, Adorno fue herido por una bala inglesa en su brazo. Fue el “Negrito” quien lo asistió y lo cargó hasta el pueblo donde se encontró con un enfermero. Balvidares salió de nuevo para seguir combatiendo junto a los demás argentinos pero después de recorrer un corto trayecto, una bomba le puso fin a su vida.
Actualmente, uno de los barrios de la ciudad de Mercedes, lleva el nombre de Soldado Balvidares y en la plazoleta “Regimiento de Infantería Mecanizado 6” se encuentra la placa “Soldado Argentino sólo conocido por Dios”, que cubrió durante 36 años la tumba de Balvidares en el Cementerio de Darwin de las Islas Malvinas. Sus restos fueron identificados en 2018 y fue ascendido Post Mortem al rango de Cabo y condecorado con la Medalla “La Nación Argentina al Muerto en Combate”. “Me dio paz saber que él está ahí”, concluyó Calbín.