Los combatientes caídos en la Guerra

Categoría: Armada (Page 38 of 40)

Jorge Carlos Duks

Un futbolista de Primera

Por: Alan Pezo.

El domingo 2 de mayo de 1982 el ARA General Belgrano fue interceptado por dos torpedos provenientes del submarino nuclear británico Conqueror. En esa embarcación se encontraba en servicio Jorge Carlos Duks, un joven de 19 años proveniente de Sunchales. Desde esta localidad santafesina, 5 soldados fueron enviados a la guerra de las Malvinas. Tres de ellos regresaron a su hogar, pero el soldado Duks, junto a Hugo Moretto, jamás volvieron.

Su familia describe a Jorge con calidez. Para ellos, siempre fue un gran hijo y amigo. Su hermano Gustavo Luis Duks recuerda a su “compañero de habitación y de fútbol” con mucho cariño, y asegura que “era una excelente persona y muy querido por todos”.

Deportista, entusiasta y repleto de amistades, se caracterizaba por su amabilidad y tranquilidad. Antes de ser llamado para la Marina, trabajaba en una pequeña mueblería. Fue a natación en un club, a fútbol en otro y a dos escuelas distintas en su pueblo.

La noticia de que Jorge partiría a la guerra llegó por radio y de forma inesperada. “Nos enteramos después de que mi hermano iba a luchar a Malvinas, al principio no sabíamos dónde iba”, contó Gustavo. Jorge fue reportado desaparecido más de dos meses después de terminado el conflicto, lo cual, en ese entonces, era sinónimo de que se encontrara sin vida.

Su hermano Gustavo lo recuerda: “Jugábamos al fútbol juntos, él llegó a la Primera de Libertad, un club de Sunchales. Antes de irse, nos tomamos una última foto. Esa imagen es, quizá, mi último y más lindo recuerdo con mi hermano”.

Juan Miguel Escudero

El mendocino que soñaba conocer el mar

Por: Guillermo Rojas.

Humilde, ordenado y de buen gusto para vestirse. Así era Juan Miguel Escudero, nacido en General Alvear, provincia de Mendoza el 16 de enero de 1956.

Desde chico tenía claro qué quería para su futuro. Anhelaba ser marinero, desde niño le llamó la atención el mar y los barcos. Su hermano Walter también es héroe de Malvinas y detalló: “Al ser provinciano siempre quiso conocer el agua, era su sueño”. Para la gente del pueblo no era frecuente conocer el mar.

A los 14 años dejó su Alvear natal, se instaló en Berazategui y comenzó a estudiar en la Escuela Mecánica de la Armada Argentina, donde terminó sus estudios secundarios. Allí, además, se recibió de electricista y consiguió trabajo en una fábrica de motores y bobinas. También conoció a Susana Madarnas, con quien se casó y tuvo a Maximiliano, su hijo, quien actualmente forma parte de la Armada, como lo hizo su papá.

Juan Miguel y Walter se vieron antes de partir a Malvinas. Él formaba parte del batallón de infantería número 1, con base en Puerto Belgrano, provincia de Buenos Aires. Ahí, tuvieron un encuentro final y compartieron una cena. “Me lo tomé como una despedida, él me preguntó si los ingleses iban a venir y le contesté que no se iban a quedar de brazos cruzados, siempre fueron piratas”, rememora Walter.

Sus últimas palabras fueron que se cuide, que eso no era ninguna joda. También lo recuerda como un gran tipo, pero sobre todo un excelente hermano. El cabo primero Juan Miguel Escudero estaba en el crucero ARA General Belgrano el 2 de mayo de 1982, cuando los ingleses lo hundieron.

Daniel Osvaldo Esturel

El pibe que atajaba como Fillol

Por: Daniela Von Simons.

El short de Rosario Central marca Adidas que le había regalado su primo Jorge García, quien jugaba en el Canalla, fue la ropa de cabecera día a día. La rutina era simple. Salía del colegio y automáticamente se encontraba con los amigos para jugar al fútbol en la placita del barrio Industrial, de Rosario, donde hoy una calle lleva su nombre: Daniel Osvaldo Esturel.

En 1982 se convirtió en uno de los soldados convocados para pelear en la Guerra de Malvinas. Embarcó en el crucero ARA General Belgrano como cabo segundo.

Formaba parte de una familia de cuatro personas. Vivían en una casa ubicada en la calle Bahía Blanca entre Rubén Darío y French. El domicilio, a veces, era el lugar donde los fines de semana se hacían los bailes del barrio.

Cada domingo se acercaba al Gigante de Arroyito para ver a su querido Rosario Central. Aunque la plata escaseaba y no podía comprar las entradas, junto a su amigo Rafa lograban colarse. Era tan grande el conocimiento del estadio que sabía dónde estaba cada pasadizo para entrar a cada sector.

Al momento de jugar al fútbol, su amigo cuenta que siempre le tocaba enfrentarlo. Él, delantero y Daniel, arquero. Era el duelo personal de todos los días, el pibe que atajaba como Fillol -comenta Rafa- contra el fanático del “Matador” Mario Alberto Kempes. 

El 2 de mayo de 1982, aquel chico que usualmente vestía el short azul de Rosario Central y estaba a bordo del General Belgrano, fue víctima del bombardeo del submarino nuclear británico HMS Conqueror. El barco argentino se hundió y Daniel Esturel, ahora, forma parte de los 649 héroes caídos en la guerra de Malvinas.

Sixto Javier Fajardo

El hermano mayor

Por: Franco Dré.

Sixto Javier Fajardo fue un excombatiente clase 62 que nació en la localidad de  Gregorio de Laferrere, en el partido bonaerense de La Matanza. Hijo de Magdalena Dora Ruiz Díaz y hermano de Soraya Dora, fue a la primaria nº 111, la escuela que hoy lleva su nombre. La secundaria la realizó en el  colegio “Mariano Etchegaray”, de Ciudad Evita.

Su hermana Soraya lo tiene en la memoria en su vínculo con la familia porque su presencia aún perdura: “Tengo el mejor de los recuerdos, era el hermano más grande, el que nos cuidaba cuando mamá trabajaba, él ayudaba a la familia como podía porque estudiaba y jugaba a la pelota también, como todo chico”.

También rememoró cómo ella y su madre se enteraron que Javier tenía que ir a  Malvinas: “Le tocó ir a la Marina y lo mandaron a Puerto Belgrano. A mí me lo dijo antes de partir, pero mi mamá se enteró cuando ya estaba en camino. Le escribió una carta en la cual le decía que estaban practicando para lo que se venía. Le comentó que después de ese viaje le daban la baja. Nunca más nos comunicamos con él”. Días después, perdió la vida en el crucero ARA General  Belgrano, hundido por los británicos.

Rubén Darío Caticha

EL NENE QUE AMABA A LOS PÁJAROS

Por: Micaela Medina

Rubén Darío Caticha, nacido el 15 de enero de 1962, fue el tercer hijo del matrimonio entre Jorge Caticha y Nélida Rosa Rossi. Papá sirio y mamá hija de italianos. Ya en sus orígenes tiene algo de guerrero en la sangre: era oriundo de Chacabuco, localidad bonaerense que lleva ese nombre en homenaje a la batalla librada en el Cordón de Chacabuco por el Ejército de los Andes, decisiva en la liberación de Argentina, Chile y Perú.

 Desde chico amaba los canarios y loros, de hecho, adoptó algunos como mascotas. También practicaba natación. No terminó sus estudios por decisión propia; prefería hacerse en la práctica diaria del trabajo. Comenzó en una imprenta de su localidad, donde fue ascendiendo y ganándose el cariño del barrio. Hoy, un pasaje lleva su nombre.

 El 2 de agosto de 1981 fue sorteado e ingresó al servicio militar para hacer tareas de mantenimiento en la Marina. Rubén pudo haber elegido no hacer el servicio al tener un conocido que le brindaba esa posibilidad, pero decidió hacerlo por voluntad propia. Se lo veía contento. Viajaba, conocía lugares nuevos y estaba orgulloso de defender a su patria.

En febrero de 1982 nació su sobrino, hijo de su hermano mayor Horacio, quien designó a Rubén como padrino de Fernando. En aquel momento, tal vez intuyó algo y prefirió no tomar ese lugar y dárselo a Mario, el del medio: “No creo poder estar para el bautismo, tengo que embarcar en abril”, recuerda sus palabras, entre lágrimas, Horacio.

Los primeros días de abril subieron al crucero General Belgrano. Aunque no estuvieron en Malvinas, siempre merodearon la zona y llegaron a Ushuaia para reabastecerse. El 2 de mayo se produjo el ataque y posterior hundimiento. Días después, encontraron su cuerpo junto a siete compañeros que no soportaron las heladas temperaturas del mar.

Omar Osvaldo Vargas

El viejito callado

Por: Agustina Lantier.

En su casa le decían “Veira” en honor a Héctor “Bambino” Veira, ex jugador y director técnico del club San Lorenzo, equipo del que Omar era fanático. Omar Osvaldo Vargas nació el 29 de octubre de 1959 en Joaquín Víctor González, un pueblo de la provincia de Salta. Fue el séptimo hijo de los once que trajeron al mundo Ángela María Martínez y Alberto Vargas.

Su característica más destacable era no hablar demasiado. Así lo comentan su hermana mayor Griselda, y la menor, Alejandra; su compañero de estudios, Hugo Farfán; y el sobreviviente del ARA General Belgrano, Socorro Díaz. “Era muy calladito, no hablaba y se reía de lo que hacíamos nosotros que éramos pendejos al lado de él”, cuenta Hugo Farfán, quien compartió con Omar sus años de estudio en la ex Escuela Mecánica de la Armada, donde se ganó un nuevo apodo: “El Viejito”, porque era el más grande de su grupo de compañeros en la división 112.

Hugo recuerda que tenían una buena amistad: salían a bailar, jugaban al fútbol e iban a ver a San Lorenzo los primeros domingos del mes que el bolsillo se los permitía, porque no podían hacer grandes gastos. Omar enviaba las 3 cuartas partes del sueldo a su familia en Salta, destaca su hermana mayor Griselda, que agrega: “Era serio, pero muy bueno y educado”.

El silencio, su gran rasgo, también se manifiesta en las anécdotas que sus familiares guardan de él: la oración en agradecimiento a la Virgencita Del Valle, a la que visitaban los sábados y le prendían velas; y la pesca, práctica que lo conectaba con su padre con quien era muy unido.

A la derecha, O. Vargas en una de las últimas fotografías, antes de partir hacia el ARA.

Omar se fue con 20 años de su pueblo natal y estuvo en la sede de la ex ESMA hasta que en 1980 le dieron destino al crucero ARA General Belgrano. Durante la Guerra cumplió la función de cocinero hasta el 2 de mayo de 1982 en que fue hundido el buque. Tenía 23 años.

Rubén Alberto Torres

Alma de líder

Por: Lautaro Yanes.

Rubén era el único hijo de José y Ema. Durante su adolescencia asistió al colegio nro. 9 de Open Door, donde hoy existe una placa en su honor. Se destacaba como estudiante y, según su prima Graciela, lentamente comenzaba a darse cuenta de que su vocación eran los barcos.

En esa localidad del Partido de Luján había nacido el 25 de marzo de 1951 y a los 17 años empezó su formación como guardia de marina al ingresar en la Escuela Mecánica de la Armada. Allí demostró sus capacidades como líder y su compromiso. Su familia lo describe como una persona tímida y callada. Esa nueva vida la intercaló entre la Fragata Libertad y su hogar en la ciudad natal que nunca quiso abandonar. Cada vez que estaba en Open Door y era domingo, aprovechaba para ir a misa.

Tras elegir los submarinos como área de especialidad, Torres se embarcó  en el ARA General Belgrano, donde según Graciela “Rubén se hizo muchos amigos, terminó de enamorarse de su trabajo y se formó como persona”. Años más tarde, ingresó como encargado de la comunicación al buque Isla de los Estados, barco en el que llegó a las Islas Malvinas. El 2 de mayo, Ruben escribió una carta a su familia en la que contaba la tristeza que le había generado el hundimiento del ARA General Belgrano, “su segundo hogar”.

Una semana después, el cabo principal tuvo su último contacto con tierra antes de partir hacia Puerto Mitre. Aquella noche, desde el Isla de los Estados se observó una bengala de humo en plena madrugada: los habían descubierto. Solo tres soldados de la Armada argentina lograron nadar hasta la costa y uno de ellos murió de frío. Claudio tenía 31 años y su cuerpo nunca fue encontrado.

Graciela relata el día en que se notificó su muerte: “Fue un funeral, mucha gente se acercó a la casa de José y Ema para homenajearlo”. Angie, sobrina de Rubén, sentencia: “El legado de mi tío es algo que no queremos perder”. En Luján, una plazoleta y una calle llevan su nombre.

Claudio Omar Tortosa

Un presentimiento inmortal

Por: Julio Porta.

La última vez que vio a su familia fue un domingo de Pascuas. Para eso, tuvo que escaparse del crucero Ara General Belgrano que estaba en la base naval Puerto Belgrano. Sabía que sería castigado, pero no le importó. Ese 11 de abril fue la última vez que su gente cercana lo vio con vida.

Claudio Tortosa nació un 17 de marzo de 1964 en la ciudad de Don Bosco. Mellizo de Silvia, vivió hasta la Guerra de Malvinas en la ciudad de San Francisco Solano junto a sus otros dos hermanos, Miguel y Néstor, y a sus padres Maria y Cosme. Cursó los estudios primarios en la escuela N° 32 e hizo la secundaria en la Escuela Industrial Ángel Gallardo de la localidad de Avellaneda, hasta que en tercer año la abandonó para ingresar a la ESMA.

Tras el hundimiento del crucero, en su homenaje se llevó a cabo la señalización de la intersección de la calle 853 esquina 893 como “Cabo 2° Claudio Omar Tortosa”. Lleva su nombre desde 1987 pero nunca fue señalizada. Sus vecinos, compañeros, familiares y amigos se hacen presentes en cada aniversario frente al monumento de los héroes de Malvinas ubicado en la Plaza Yapeyú de Avellaneda.

José Alberto Tulis

Una promesa de honor

Por: Julio Porta.

José Tulis pertenece al grupo de “Los Héroes de Lanús”, nueve soldados tripulantes del ARA General Belgrano que tienen su monumento en el parque Eva Perón, en Villa Caraza, donde se crió José Tulis, o “Josesito”, como lo recuerda su hermana Cristina.

“Son muchas las sensaciones que nos envuelven, ya que este hijo, este hermano, aquí se crió y partió desde aquí mismo, para no regresar. Nos mantiene en pie el orgullo de que José cumplió con su promesa de honor de morir por la patria”, comenta Cristina Tulis al recordar a su hermano.

Partió con un “hasta luego” eterno para con ella y también para con su madre y su padre, quienes recibieron la última carta de puño y letra. En ella les decía que “todavía no había pasado nada raro”, y que sentía que estarían orgullosos de él. “Su hijo está defendiendo estas Islas que son argentinas, y las defenderemos cueste lo que cueste, aunque sea con la vida”. Y así fue, luego del bombardeo y hundimiento del Ara General Belgrano el 2 de mayo de 1982.

Tras la inauguración del monumento, su hermana quedó disconforme con el acto realizado por la Intendencia de Lanús, que refleja cuánto de verdad importa la causa de Malvinas: “Los familiares quedaron atrás y los políticos figuraron para la foto”.

Juan Ramón Turano

El pianista que no pudo ser

Durante una charla familiar, su tío mencionó a la Armada y sus viajes por el mundo. A partir de ahí cambió la vida de Juan, maravillado por ese relato. Se inscribió en la Escuela Mecánica de la Armada, donde al principio le costó mucho ingresar, pero finalmente lo logró a sus 15 años mediante la conscripción económica, y llegó a Suboficial.

Juan nació el 29 de septiembre de 1965. Era un chico que le gustaba tocar el piano, la mecánica y los fierros. Así lo define su hermano José María Turano: “Era muy querido por todo el mundo, emprendedor, hipercinético, bromista y compañero”.

Al mes de ser nombrado como Suboficial, se desató el conflicto bélico de Malvinas y tuvo que presentarse. Los mandaron a Puerto Belgrano, donde estaban las fragatas Bahía Buen Suceso y Bahía Paraíso, que tenían como misión brindar todo tipo de provisiones. Él fue parte del ARA Bahía Buen Suceso. “Nos llegaron distintos comentarios hasta que un día Alejandro Diego, un ex combatiente, nos contó sobre la noche del 26 de mayo de 1982”, relata José María Turano. Se habían escondido en un pozo, pero no sobrevivió ante el bombardeo de las Fuerzas Aéreas británicas. Tenía 17 años. Se lamenta José. “Tal vez si no fuera por esa inconsciencia juvenil de Juan, ahora podría estar vivo”.

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