El flaquito que imitaba al “Loco” Gatti
Por: Diego Maturana.
“Con Vicente Antonio Díaz tengo muchos recuerdos, como cuando jugábamos al fútbol en el hogar escuela de nuestro barrio 8 de Abril y se hacía ‘El Loco’ Gatti. Además, me queda su imagen despidiéndose un 13 de junio con el conflicto casi terminado”, cuenta Mario Rubén Pacheco, compañero de la infancia del santiagueño y excombatiente de Malvinas.
Vicente, como los 649 caídos que yacen en territorio argentino, tenía sueños para después de la Guerra. El más importante era conocer a su hija Claudia, quien nació tres meses después de su fallecimiento. Una mujer que no recuerda físicamente a “su héroe de corazón”, como lo menciona ella: Claudia Cristina Mansilla sigue luchando, pese a sus escasos recursos, para hacer los trámites de sangre y el rastrillaje del cuerpo de su papá, que hasta hoy permanece sin ser identificado.

Quería formar una familia, casarse y trabajar para seguir progresando. Así lo expresa su último amor, Ermiña del Valle Mansilla, quien en un principio fue su vecina y, más tarde, la madre de su única hija: “Lo que me ha pasado con él, no lo voy a volver a pasar nunca más en mi vida, dios me lo ha quitado”. “Valle”, como la apodan en el barrio, lo describe físicamente como un flaquito, morocho y alto que tenía un enorme corazón, no se peleaba con nadie, era un hombre del trabajo y del hogar, sus dos lugares en el mundo.
Pacheco recuerda hasta hoy su último gesto: “Fue un 13 de junio del ‘82. Él me dio un apretón de manos, caminó y me levantó el pulgar diciéndome que todo iba a estar bien”. Unas horas después, Vicente Antonio Díaz murió en el repliegue de su unidad en Sapper Hill. Dejó la vida el día que terminó la guerra, por la de otros cientos de jóvenes que hoy cuentan esta historia.