Alma de líder
Por: Lautaro Yanes.
Rubén era el único hijo de José y Ema. Durante su adolescencia asistió al colegio nro. 9 de Open Door, donde hoy existe una placa en su honor. Se destacaba como estudiante y, según su prima Graciela, lentamente comenzaba a darse cuenta de que su vocación eran los barcos.
En esa localidad del Partido de Luján había nacido el 25 de marzo de 1951 y a los 17 años empezó su formación como guardia de marina al ingresar en la Escuela Mecánica de la Armada. Allí demostró sus capacidades como líder y su compromiso. Su familia lo describe como una persona tímida y callada. Esa nueva vida la intercaló entre la Fragata Libertad y su hogar en la ciudad natal que nunca quiso abandonar. Cada vez que estaba en Open Door y era domingo, aprovechaba para ir a misa.
Tras elegir los submarinos como área de especialidad, Torres se embarcó en el ARA General Belgrano, donde según Graciela “Rubén se hizo muchos amigos, terminó de enamorarse de su trabajo y se formó como persona”. Años más tarde, ingresó como encargado de la comunicación al buque Isla de los Estados, barco en el que llegó a las Islas Malvinas. El 2 de mayo, Ruben escribió una carta a su familia en la que contaba la tristeza que le había generado el hundimiento del ARA General Belgrano, “su segundo hogar”.
Una semana después, el cabo principal tuvo su último contacto con tierra antes de partir hacia Puerto Mitre. Aquella noche, desde el Isla de los Estados se observó una bengala de humo en plena madrugada: los habían descubierto. Solo tres soldados de la Armada argentina lograron nadar hasta la costa y uno de ellos murió de frío. Claudio tenía 31 años y su cuerpo nunca fue encontrado.
Graciela relata el día en que se notificó su muerte: “Fue un funeral, mucha gente se acercó a la casa de José y Ema para homenajearlo”. Angie, sobrina de Rubén, sentencia: “El legado de mi tío es algo que no queremos perder”. En Luján, una plazoleta y una calle llevan su nombre.