Por: Enzo Gutiérrez Saavedra.

Alberto Fernando Chaves nació el 27 de agosto de 1962 en el Hospital Fernández, en la ciudad de Buenos Aires. Era el tercer hijo de seis y único varón: “Era delgado, de aproximadamente 60 kg, 1.67 de estatura, tez blanca, ojos marrones, labios gruesos, muy amiguero, especialmente de la gente grande”, lo describe Silvia Chaves, su hermana menor. Era hincha de Boca pero nunca pudo ir a la cancha, por problemas económicos. También era reservado y no contaba mucho de su vida privada, comparte Enrique Torres, uno de sus compañeros en el servicio militar que cumplió en 1981 en el Regimiento 3 de Infantería, en La Tablada.

Luego de su servicio en el Escuadrón de Exploración de Caballería blindado 10, quiso continuar la carrera militar: “Un día, nos llama un militar de rango y le dice a mi mamá que Alberto se podía quedar en la Argentina. Mami, contenta, le pidió al señor que le diera la noticia a mi hermano. Cuando Alberto ingresó al despacho, su superior le informó que podía quedarse por ser el sostén de la familia, pero dijo que no, que él quería ir a defender a su patria. Cuando nos retiramos, ¨mami´ le pidió que lo pensara pero él le respondió: ‘Vieja, ¿cómo me voy a quedar acá, sabiendo que van todos mis compañeros? Yo quiero ir, voy a defender la patria, voy a defender la celeste y blanca’. Eso fue lo último que escuché de mi hermano”.
Chaves falleció el 14 de junio de 1982 aproximadamente a las 3 de la mañana. “Estábamos reponiendo cargas de balas de proyectiles cuando escuchamos un ruido y sentimos que podría pasar algo: impactó un proyectil en dónde estábamos. Escuché que gritaba ‘me dieron, mi teniente’ y lo veo con los brazos abiertos, la pierna derecha no la tenía, el pecho era puro trapo. 30 segundos de gritos y murió”, relató Francisco García, uno de los últimos compañeros de Chaves que lo vio con vida.