HÉROE DEL PRIMER AL ÚLTIMO DÍA

Por: Gonzalo Sangrador.

El 2 de mayo terminó el recorrido del Ara General Belgrano. Fueron suficientes dos disparos del submarino británico HMS Conqueror para aniquilar el sueño de los tripulantes y héroes argentinos en la Guerra de las Islas Malvinas. Uno de ellos era Juan Carlos Córdoba, suboficial segundo. Junto a él también falleció su amigo de la infancia y padrino de Marta, su hija menor. El tiempo hace lo suyo, y para los cuatro hijos que se quedaron sin una parte de su vida, la herramienta más genuina que encuentran para acercarse a los momentos más felices son los recuerdos, las anécdotas y las fotos, que no hay muchas, pero se cuidan como un tesoro.

La ciudad de Roque Sáenz Peña, Chaco, lo vio crecer. Juan Carlos sólo sabía lo que era el amor por la bandera y la lealtad a la patria. Su educación y valores los absorbió desde niño, ya que ingresó en la pubertad al Colegio Militar de su provincia. Sus principios eran claros, y el amor por el país aún más. Melina, la hija menor de Juan Carlos, lo piensa todos los días con una sonrisa y un poco de enojo por no haber podido disfrutarlo más. Mientras que Juan, su hermano, decidió seguir los pasos de su mentor. Se alistó al Ejército y hasta el día de hoy sigue ahí, honrando su apellido en nombre de él y su familia, de la forma que Juan Carlos Córdoba lo hubiese deseado: servir a la bandera.

Sus amigos, vecinos y todo un pueblo alza la frente, fija la mirada y redobla su pecho cuando escuchan pronunciar el nombre Juan Carlos Córdoba; amigo de sus amigos y solidario por naturaleza. Su familia lo recuerda con amor, orgullo, bronca y lágrimas. Menos sus padres, que murieron de tristeza al poco tiempo de enterarse que su hijo, su único hijo, dejó la vida por la patria, por su país, por todos nosotros.