SER SOLDADO NO TE TRANSFORMA EN HÉROE

Por: Manuel Pérez.

Uno de los peores lugares en donde puede caer el periodismo es en la generalización. Ahí se regulariza lo extraordinario o se condena indiscriminadamente, sin importar el merecimiento de tal condena. A lo largo de la investigación para escribir este perfil, varios entrevistados enfatizaban en “héroes caídos” cuando preguntaba por los caídos en Malvinas. El caso de Jorge Enrique Cicotti es diferente.

“Combatimos a los terroristas hijos de puta”, le comentó Cicotti a su primo tiempo después de volver de Tucumán, provincia donde se instalaron los primeros Centros Clandestinos de Detención, siete años antes de Malvinas.

En la guerra no sólo combatieron jóvenes indefensos y obligados, sino que también participaron los militares encargados de gestar la época más terrible de la historia argentina.

Huerfano y negro, Jorge se habituó a escuchar frases como: “Fue y buscó al más barato”, desde la parte más conservadora de su familia adoptiva. El colegio tampoco fue un lugar de resguardo para él, debido a las múltiples peleas y los malos resultados académicos.

Ciccotti creció siendo un joven incomprendido y canalizó sus odios e inseguridades de la peor manera posible. “Cada persona es lo que hace con lo que hicieron con ellos”, fue una de las frases que formuló el filósofo Jean-Paul Sartre. En pos de no aceptar que la generalización es inevitable, un análisis sobre las Fuerzas Armadas guionado por Raphael Bob-Waksberg aclara: “Tal vez algunos son héroes, no necesariamente todos. Seguro muchos son idiotas. La mayoría de la gente lo es y no es como darle una pistola a un idiota y decirle que está bien matar gente de repente lo transforme en héroe”. Ser soldado no te transforma en héroe, sino cómo se encara la tarea.