EL ALBAÑIL ENAMORADO

Por: Micaela Medina

Todo cambió en la vida de Hugo Daniel Cavigioli al ingresar al servicio militar a los 19 años. Pero antes hubo una historia: nació el 14 de abril de 1962 en Entre Ríos. Fue el tercero de ocho hermanos, cinco de ellos varones. A los 7, se mudó con su familia a San Lorenzo, Santa Fe. Desde chiquito trabajó como ayudante de albañilería, a los 17 se recibió de Maestro Mayor de Obras y junto a su padre construyó decenas de viviendas. Al volver de Malvinas planeaba construir su casa y formar una familia.

 Su amor imposible en la adolescencia fue su vecina, a quien le regalaba flores y chocolates, pero no era correspondido. Tuvo revancha: se puso de novio y planeó tener hijos, sueño esfumado al entrar al servicio militar. Lo describe su hermana Teresa: “Era disciplinado y patriota”. En la “colimba” recibió el título de dragoneante, lo que le permitió visitar a su familia en varias ocasiones.

El 1 de mayo de 1982 llegó a Tierra del Fuego donde fue jefe de un pelotón. Cuando las municiones se acababan, ordenaba reponerlas. Pero en ese primer día de batalla, los soldados lo desobedecieron y salió a buscar los proyectiles. En el camino fue atravesado por una esquirla que lo hirió en el bajo vientre y falleció desangrado.

En su bolsillo encontraron una carta: “Querida mamá: ante todo quiero que sepas que estoy bien. Estoy en las Islas Malvinas argentinas. Espero y deseo que se encuentren bien. Quiero que estén tranquilos, yo estoy muy orgulloso de ser un soldado argentino y de estar aquí para defender este sitio que es de todos los argentinos”, escribió el 13 de abril de 1982, un día antes de su cumpleaños.

 La salud de sus padres se deterioró tras la noticia. Sus hermanos Miguel y Teresa cuentan que la única vez que lo vieron llorar a su papá fue cuando falleció Hugo. Recuerdan una frase suya: “Tere, siempre tenemos que mantener viva la memoria de tu hermano”.