El sanguchero estrella
Por: Gerardo Abraham.
“Le gustaba mucho la carrera militar. Cumplió los 16 en enero del ’78 y entró a la Marina. En febrero realizó los exámenes en San Juan, aprobó y lo mandaron a cursar a Buenos Aires. Como el entrenamiento era duro, quiso renunciar, aunque después cambió de opinión. Acá se hubiese defendido bien si renunciaba a la Marina porque sabía hacer de todo”, cuenta Jorgelina García, madre de Héctor Alejandro Vargas García.
Alejandro disfrutaba de dos actividades: la pintura y la gastronomía. Podía pasar la mañana entera pintando un mueble, una repisa o lo que hiciera falta en la casa. Sólo pedía a cambio que su madre le cebara mates. Finalizado el trabajo, Jorgelina le hacía su comida preferida, “el encebollado”. Cebolla frita con huevo revuelto. Mientras esperaba el almuerzo, un Camel y un vaso de Hesperidina, limón y “sevenap”. Por la noche, era el sanguchero estrella en “A morfar”, un local en el centro de San Juan Capital. Fue el creador del sándwich homónimo del local. “Era el pan en tres capas con lomo, tomate, paleta, queso y lechuga”, recuerda Rubén, hermano dos años más grande.
Sus tardes las destinaba para las piletas, los canales, salir a la aventura. Le gustaba mucho la natación. “Se especializó en Control de Averías porque había que meterse al mar para revisar por debajo al casco del barco”, conjetura Jorgelina. “Era muy apuesto y alegre, siempre estaba con chicas alrededor. Su inocencia les llamaba la atención a las mujeres”, agrega María del Carmen, hermana menor.
Días después de anunciarse la recuperación de las Malvinas, Jorgelina recibió una carta de dos hojas. En una le contaba que estaba bien; en la otra un poder para que cobrara su sueldo hasta su regreso. La última vez que se habían visto, en marzo del ’82, le dijo que guardara el recibo del seguro de vida por si a él le pasaba algo.
Cierra Jorgelina: “Mi hijo murió en el crucero General Belgrano. Después de un tiempo me pagaron el seguro de vida y lo primero que compré fue un nicho en el cementerio para tener un lugar donde, simbólicamente, descansaran sus restos. Lo seguimos honrando, en la fila 836”.