Un marinero desde la cuna
Por: Rocco Merani.
Fernando Dorgambide, hijo de españoles que vinieron a la Argentina en 1953, decía que quería ser marinero por su amor al mar. En 1982 falleció tras el hundimiento del ARA General Belgrano. Era un chico flaco, alto y muy serio que contaba a sus amigos con los dedos de una mano. Vivió gran parte de su vida en el barrio Sáenz Peña, en Tres de Febrero. Adoraba los deportes como el básquet o el fútbol porque simplemente le gustaba correr.
Fernando pretendía convertirse en un marino ya que la familia estaba plagada de ellos y deseaba seguir con la tradición. A los padres no les convencía la idea, pero se negaron a sacarle la vocación. Tuvo una foja de servicio impecable y entró a la Marina fácilmente.
Un día, su abuelo le dijo a la familia que regresaran a España debido a que la economía se encontraba mejor y necesitaba que su hijo manejara el negocio familiar. A Fernando lo iban a acomodar en la Marina porque el padrino de casamiento de sus padres pertenecía a la fuerza. Él respondió: “Vayan si quieren, yo me quedó. Este es mi país”.
Cuando el Ejército argentino desembarcó en Malvinas, lo llamaron a combatir. Frente a esto, sus padres se quedaron en Argentina porque él era lo único que tenían. El 19 de marzo de ese año planeaban realizar un viaje a España. Pensaron en cancelarlo, pero su hijo les dijo: “No se preocupen, vayan sin mí”.
El 2 de mayo de 1982, el ARA General Belgrano se hundió tras el ataque de un submarino inglés. Uno de sus amigos más cercanos de la infancia, Roberto Gamarra, lo recuerda en el extracto de un poema que recita cada vez que tiene la oportunidad: “Dorgambide Fernando, clase 64, navegaba a bordo del General Belgrano. Pregunten en Sáenz Peña, su barrio suburbano, en la escuelita, a los que éramos más chicos, al que arde en bicicleta a los pájaros”.