SOLDADO DE DIOS

Por: Agustín Telias.

Carlos Gustavo Mosto tenía 23 años cuando fue a las Islas Malvinas. Hijo de Blanca Lila Alberto y Héctor Alfonso Mosto, fue el quinto de seis hermanos y era oriundo de Gualeguaychú, Entre Ríos.

Alto, rubio, de ojos claros, carismático, creyente en Dios. Alegre; siempre andaba con una sonrisa. Hizo la primaria en la escuela Rawson y la secundaria en la Normal, luego estudió Medicina en La Plata, ya que su sueño era ser médico. Subsistió gracias a que limpiaba colectivos y vendía verduras.

Estaba rodeado de amigos y le encantaba hacer travesuras con ellos. Era feliz jugando a la pelota, aunque fuese medio patadura. Los domingos Iba a misa con su familia.

A Carlitos, como le decían, le gustaba mucho cocinar pasteles y su comida preferida, además de lo dulce, eran los zapallitos rellenos que le hacía su mamá cuando volvía a su amado Gualeguaychú después de estudiar.

En el cuarto año de medicina rindió mal una materia y debió volver al servicio militar con la clase 62, que había pedido una prórroga para seguir la carrera. El 9 de abril estaba reunido junto a toda la familia y una vecina fue con una radio a avisarles que estaban llamando a los de la clase 62 para ir a Malvinas. Mosto decidió ir, sintiendo orgullo de servir a su patria y a Dios.

Ese mismo día se dirigió a la terminal de su ciudad. Estaba vestido con una campera y un pantalón de jean. Sus ojos miraban al piso, las manos en el rostro. Desde entonces nunca más volvió a ver a su familia.