Un cacho de buena persona
Por: Emilia Iturrarte.
“Regresó a despedirse unos días antes del hundimiento, pero no sabía que iban a estar cerca de Malvinas. A ellos le habían dicho que estarían en el sur del país, a la espera de lo que pudiese pasar en la continuidad de la guerra”, expresó su hermano menor Raúl Urbina.
Carlos Ángel González nació en Rosario el 17 de enero de 1962. A los 5 años se mudó a Villa General Savio, en el partido bonaerense de Ramallo. Su mamá se llamaba Ercilina Schroeder y su papá Ramiro González, quien falleció cuando “Cachito” tenía menos de 2 años.
Cursó los estudios secundarios de forma parcial en la Escuela Técnica N°2 de la ciudad de San Nicolás. A los 18 salió sorteado para hacer el Servicio Militar Obligatorio y su destino fue Puerto Belgrano, en la ciudad de Bahía Blanca.
“Cachito” era de físico pequeño, menudo y con una personalidad introvertida. Quienes lo conocieron aseguran que su virtud era ser buena persona. Le gustaba pasar el tiempo con su familia, jugar a la pelota y era hincha de River Plate. Tenía un sueño: casarse con Elba, el amor de su vida, apenas regresara de la guerra. Tenía otro sueño: formar una familia con ella.
Su hermano Raúl recuerda hasta hoy cuando se enteró del hundimiento del ARA General Belgrano: “En la noche del 3 de mayo, mientras miraba una película por televisión, lo dieron en un flash informativo. Ahí les avisé a mis padres. De su muerte nos enteramos días después y viajamos a la Base Naval donde estaba haciendo el Servicio Militar. Nos entregaron la ropa que había dejado en tierra firme antes de partir al sur”.
Alguna vez un testigo le contó a sus seres queridos que su fallecimiento fue en el momento del hundimiento. Carlos se encontraba donde pegó el primer torpedo y su muerte habría sido instantánea. “Carlos Ángel fue uno de los 323 soldados fallecidos en ese crimen de guerra y su cuerpo nunca fue recuperado”, dice Raúl, su hermano, con la memoria activa.