DESDE BANDERA HACIA LA ETERNIDAD
Por: Gonzalo Sangrador.
Si bien no conoció a Néstor David Córdoba, el sentimiento es como que sí. Porque Melina y su familia lo hace presente en anécdotas o historias. Son de Bandera, un pueblo muy chico de Santiago del Estero, donde él trabajó de cartero. Su tío fue el único soldado de la zona. “No se encuentra físicamente, pero viene a nosotros en cada acto, homenaje o conmemoración de un nuevo 2 de abril”.
“Cuando estaba en segundo grado, mi maestra, junto a mis compañeros, realizaron un homenaje muy especial, haciéndome sentir totalmente orgullosa de ser la sobrina de Néstor David Córdoba. En ese entonces, con siete años, fue cuando más me emocioné”. Los amigos de la escuela primaria y maestras de Néstor cuentan que era muy inteligente y aprendía rápido, pero no le gustaba estudiar. Decidió seguir los pasos de su padre y trabajar en el campo, con los animales.
Tal era su capacidad e inteligencia por los cuales a los 18 años le propusieron que, cuando volviera de la colimba, se haría cargo de una estancia. De niño mostró su amor por los caballos, casi tanto como las fiestas camperas y el chamamé. Hasta el punto de que, si tenía que dejar de ver un partido de River, lo hacía con tal de escuchar las guitarras y degustar su comida favorita, el asado.
Néstor David Córdoba entregó su vida por la patria. Para sus padres, el año 1982 fue el último; la noticia les pausó la vida. Su madre, por la profunda tristeza, no pudo despedir a su hijo y todavía hoy recuerda a Néstor con rabia, angustia y sobre todo con dolor. A los tres años de la triste noticia, su padre falleció. Los médicos dijeron que fue por depresión. Nunca superó la pérdida de su hijo.