“CAYITO”, ESE HERMANO ENTRAÑABLE
Por: Valentina Bacigalupo
“Tengo que ir a las Malvinas, es mi obligación defender mi patria y mi bandera”, le dijo Antonio Máximo Cayo a su hermana María, el 11 de abril de 1982 mientras almorzaban.
Para sus amigos, “Cayito”. Apasionado por el fútbol y amante de River. Como practicante de artes marciales mixtas veneraba a Brue Lee. De vez en cuando pescaba y disfrutaba de nadar en el dique. Todo, siempre, junto a su imprescindible socia: María. Si lo veías a él, la veías a ella. No eran dos, eran uno.
Chicoana, provincia de Salta, es el pueblo donde nació un 18 de noviembre de 1954. Cuando tenía cinco años falleció su madre y quedó solo junto a la hermana, a cargo de sus abuelos. Progresar siempre fue una meta en la vida; así logró ingresar a la Escuela de Mecánica de la Armada con tan solo 19 años.
Antonio tenía 27 cuando decidió ir como voluntario a embarcarse en el buque A.R.A Isla de los Estados. Vivió mucho tiempo protegiendo a su única hermana, esa vez, sintió la necesidad de proteger a su país.
“Estoy en Malvinas. Estoy bien”, le escribió Antonio en una hoja a María. Su última carta. Menos de un mes después, el 10 de mayo de 1982 a las 22.30, un misil inglés impactó en el buque produciendo su hundimiento. De los 25 tripulantes, fallecieron 23, entre ellos, “Cayito”.
Actualmente, en la escuela Nacional N°4375 en donde transitó su niñez, ubicada en la localidad de Peñaflor, hay una placa en su honor, la biblioteca lleva su nombre y cada 10 de mayo es recordado como lo que es, fue y será: un héroe.