El “lobizón” cordobés
Por: María Agustina Páez De La Torre.
“Si me llevan a Malvinas quiero ir, donde me manden iré a cumplir con mi deber”, le expresó Héctor Hugo Varas, cabo primero perteneciente a la VI Brigada Aérea de Tandil, a su hermano Juan Antonio el último día en que se vieron.
Nacido el 29 de julio de 1960 en Villa del Rosario, Córdoba, vivió una infancia muy dura. En el seno de una familia humilde, María Elena Varas, su madre, crió sola a sus tres hijos –Sofía Elena, Juan Antonio y Héctor Hugo–. Su padre jamás se hizo cargo de ellos y a temprana edad debieron salir a trabajar, por lo cual Héctor tuvo que dejar el colegio.
A los 13 años comenzó a trabajar en un taller mecánico donde descubrió su pasión por la mecánica, afición que lo conduciría a la Escuela de Suboficiales de la Fuerza Aérea (ESFA) para especializarse como mecánico automotriz. El “lobizón”, como lo llamaban sus compañeros por tener la cara alargada y los ojos bien claros, se destacaba por su personalidad divertida. “Era una persona muy histriónica, le gustaba estar haciendo siempre monerías y bromas”, recuerda entre risas Luis Antonio González, suboficial de la Fuerza Aérea y compañero de estudios de Héctor. José Antonio Lavia, mecánico instrumental y par en la VI Brigada Aérea, lo describe como un joven chistoso, buen compañero y una persona de bien.
“A él no le tocaba ir. Habían designado a otro más antiguo, quien presentó el caso para que vaya Varas en lugar de él, ya que era cabo, joven y soltero”, explica Lavia. Héctor lo sintió como un orgullo. Se embarcó en el buque ARA “Isla de los Estados” con la misión de transportar y custodiar un Jeep para que llegara a destino en Malvinas y, una vez allí, oficiar como conductor del comandante de la Fuerza Aérea. La fragata inglesa “Alacrity” se interpuso en el camino el 10 de mayo de 1982 y atacó al buque argentino. El cuerpo de Héctor nunca fue hallado.