Por: Sofía Marina.

Néstor Miguel González pasó a la inmortalidad hace 39 años tras defender y realzar lo más alto posible la bandera argentina en Malvinas. 

“Negrito”, “Chumi”, “Gallego” o “Gonzalito” eran algunos de los apodos con el que sus amigos y conocidos llamaban a  aquel joven menudo y de cabello negro encrespado, con un peculiar entrecejo y una sonrisa impoluta e inolvidable del recuerdo ajeno. 

N. González

Segundo de seis hermanos, Néstor únicamente pudo despedirse de sus padres, Raúl y Elena, y debió abandonar su casa en Ensenada para combatir como soldado de la compañía C del Regimiento 7 con asiento en La Plata, desplegada frente a Puerto Argentino.

Néstor cursó toda la primaria y completó el ciclo básico hasta tercer año de la secundaria en el Colegio Nuestra Señora del Carmen, que abandonó por su falta de vocación por el estudio. A sus 16 años aprendió el oficio de zapatero con un tío hasta que más adelante se independizó y abrió, junto con sus socios Cucho y Olga, un negocio al que llamó, paradójicamente,El Borceguí.

El respeto, el compañerismo y la responsabilidad eran los principales valores que caracterizaban a Gonzalito, que cayó combatiendo en los últimos días del conflicto tras ofrecerse junto a 7 soldados para ir en avanzada hacia el Monte Longdon. Una ráfaga de ametralladora primero y unas bombas después acabaron con él.

Chumi era miembro de la comisión directiva de la asociación tradicionalista La Montonera, en la que forjó su patriotismo gracias a la gran pasión que heredó de su padre, la danza. Era un eximio bailarín de folclore. Esa era su mejor y más fiel versión. Bailaba malambo sureño, estilo que describía a la perfección su seriedad histriónica. 

De una naturaleza inusualmente madura, las cartas que Néstor les escribía a su familia y amigos desde las islas transmitían tranquilidad, con relatos que narraban la humedad de sus pies y la caza de ovejas para sobrevivir.

Un jardín de infantes y una calle de Ensenada con su nombre como homenaje mantiene su recuerdo imborrable. Su esencia renace todos los 2 de abril y también los 10 de junio. 

Tras años de incertidumbre y dolor, Néstor ahora es uno de los 89 soldados identificados y enterrados en el Cementerio de Darwin. Frente a la cruz mayor con su placa y su poncho, también lo acompañan las cenizas de su padre. Así descansa el héroe.