Por: Tomás Correa.

El cordobés José Luis Allende nació en la capital provincial pero cuando terminó la primaria se mudó a la ciudad de Leones para continuar los estudios.

Su gran voracidad para aprender y su personalidad extremadamente respetuosa son las características que repiten quienes hablan sobre él, ese albañil morocho de ojos verdes que vivía en el barrio La Fortuna y disfrutaba escuchando cuarteto. Lo recuerdan con su andar pausado, que recordaba al personaje “Minguito”, intentando siempre ayudar y sumar su granito de arena desde donde le tocara, considerado gran compañero y, sobre todo, un camarada que estaría dispuesto a cumplir las órdenes.

Con solo cinco meses de instrucción como soldado ya había entendido el valor de la vida de sus camaradas, pero que tal vez no le hizo falta un entrenamiento militar o una orden que lo incentive a cooperar, estaba en su forma de ser las ganas de apoyar a quien lo necesitara. Combatía en Malvinas como parte del Regimiento de Infantería Mecanizado nro. 25, cuando cerca del mediodía del 28 de mayo, durante la batalla de Pradera del Ganso, junto a Ricardo Austin intentaron tomar por asalto las ametralladoras británicas que estaban causando bajas. Cruzaron el alambrado que dividía ambos bandos y fueron abatidos cuando los descubrieron.

Allende murió con un fusil entre sus manos y un rosario en el cuello que le representaba la protección de María. Un busto en la Plaza Malvinas Argentinas, de Leones, lo perpetúa en la memoria del pueblo.