“Por fin te encontramos, Juan Carlos”

Por: Graciana Espil.

Familia numerosa. Papá, mamá y ocho hermanos. Eran nómades, la situación económica no era buena y eso los hacía tener que trasladarse permanentemente. Su papá trabajaba en la cosecha y luego de mucho tiempo pudieron instalarse en una casa en la calle Farías, entre Barranqueras y Resistencia, en Sáenz Peña, Chaco.

Juan Carlos nunca fue a la escuela y a los 18 años se fue a vivir a La Plata para ir al  regimiento. Sin embargo, por dejarle el lugar a un compañero de la ciudad de las diagonales decidió ir a Río Grande y formar parte del Batallón de Infantería de Marina N°5 como conscripto.

Allí tuvo su primer encuentro con una docente. Aunque esa cercanía con la maestra duró poco, fueron los meses necesarios para que hoy, después de 40 años, su familia siga leyendo sus cartas y así sentirlo más cerca.  

Juan Carlos tenía 20 años y estaba en la primera línea de batalla en las Islas Malvinas, defendiéndose de las tropas británicas en el Monte Tumbledown. El 14 de junio de 1982, el conscripto Dábalo fue muerto en combate.

Fueron 35 años de búsqueda. Ramona, una de sus ocho hermanas, expresa que nunca perdió la esperanza de encontrarlo vivo, pero cuando las familias salieron a festejar la ocupación en las Islas, solo atinó a sentarse en uno de los bancos de la Plaza 25 de Mayo de Resistencia: “Sentía que algo malo había pasado”, recuerda.

Esperaron 35 años para que en la lápida del soldado no identificado, hoy haya una identidad y una carta: “Querido Juan Carlos (…) Por fin te encontramos, pudimos estar con vos, ponerte un nombre y saber dónde estás. Te vamos a extrañar”, escribió Ramona en un papel que quedará para siempre en la memoria de su pueblo.